viernes, 22 de agosto de 2008

La Noche Quedó Atrás...


LA NOCHE QUEDÓ ATRÁS, son las memorias de Jan Valtin (Richard Krebs), un joven trotamundos (alemán de nacimiento) que a sus catorce años habla 5 idiomas y conoce más de 20 países. Impulsado por el odio a las injusticias y la pasión por los barcos, heredada de su padre, comienza a militar en el Partido Comunista alemán, llegando a ser uno los militantes más prestigiosos de la Internacional en el periodo de entreguerras. Testigo del asenso de Hitler y de una época donde la violencia, la muerte y las pasiones políticas ocupan el centro de la escena, Jan Valtin relata con una prosa precisa y llana la velocidad y la vorágine de sus días por los puntos más dispares del globo, desde Hamburgo, Montevideo, Amberes, Los Ángeles, Berlín, Copenhague hasta Londres, Moscú o San Petersburgo. Asediado por las contradicciones de un sistema stalinista cada vez más burocrático y más alejado de los intereses reales del proletariado, Valtin se debate entre su deber para con el Partido y la permanente tentación de preguntarse si realmente vale la pena tanta muerte y sacrificio. Cuando uno se empapa de esas páginas, no le alcanza la vida para retener tanta información, nombres, fechas, episodios, en una narración que sin dudas traduce el ritmo de vida que llevaba no solo Valtin sino todos los militantes políticos de aquellos años, donde nada nada era seguro, y en medio de la desconfianza permanente por todo ser viviente, uno podía pasar de cazador a cazado, de alemán a danés, de camarada a traidor, de vivo a muerto.
Pero entre esa vorágine y ese ritmo narrativo, se cuela una frase, un instante, un stop; una mirada, un nombre, un destino, que nos hiela la sangre y nos pega una buena trompada en la jeta. Porque cualquiera de los seres queridos que rodean a Valtin pueden desaparecer; y con eso sentimos que los nuestros también. Ahora mismo. Hoy. Violentados por el otro, que toma la forma de un monstruo, de un demonio, sea bajo la máscara de un oficial de la GESTAPO, de la misma GPU, sea de la Triple A o de un policía de la bonaerense.
A medida que transcurren las páginas Valtin se encuentra más sólo, más cerca del infierno a cada segundo, deseando la muerte como una liberación a las aberrantes e infames torturas sufridas en las cárceles y campos de concentración del Nazismo. Y cuando creemos que su suerte está echada, una vez más este libro brillante nos sorprende con un nuevo viraje que nos dejará pasmados. Un relato tan violento no es otra cosa que un regalo de paz de un hombre que dedicó su vida a una causa donde el ideal primigenio fue la liberación de una clase oprimida y esclava; un libro fascinante, inolvidable, feroz, un llamado a reflexionar sobre lo que somos y lo que queremos de nosotros mismos, un relato de la tolerancia, de la otredad, cuando vislumbramos otro clima político, sí, que ha cambiado sus formas, sí, pero que en muchos aspectos sigue siendo el mismo que en los años agitados de Jan Valtin. La pregunta que nos asalta a cada página, a cada renglón, es ¿Cuál es la nueva forma de la revolución, cual es la nueva forma de hacer un mundo igualitario, sin violencia, sin el aniquilamiento del otro, sin muerte, sin guerras?
Por, Franco Nicoletti